Nolite Timere Sancti Lacobi

Hoy, dieciocho de septiembre, hace un mes que me reencontré con un compañero «informítico» y amigo, de la primera promoción de informática de Cáceres, a quien hacía muchos años que no veía, ni tenía noticias suyas. Alias Josepi. Fue muy bonito el reencuentro, a pesar de que hablamos de las muchas penas que hemos padecido en estos últimos años, y que algunas de ellas tienen que ver con la situación económica, las rupturas familiares y las enfermedades sobrevenidas. En el fondo hablamos de esos temas como cuestiones que nos pasan a todos y que seguíamos pensando un poco en ellas, pero, ante todo, somos conscientes del momento que vivimos. Así que decidimos disfrutar del día.

Cuando estábamos terminando el café, me dijo que quiere hacer, como yo, el Camino de Santiago y que yo le acompañaré, de alguna manera, para poder conectar con el apóstol. De ahí la idea de dejarle una de las camisELAs que me regaló el fundador de la Fundación Luzón. Por supuesto, aceptó la camisela y se lanzó al reto.

Su sonrisa y sus palabras han formado parte de estos días en los que ha realizado el camino y, los momentos dedicados a este «changao» han sido muy emocionantes. Cada vez que me enviaba una foto por whatsapp, en el camino, en el descanso, en la parroquia o disfrutando del paisaje me sentía acompañado.

Su primera jornada de Tui a Porriño. Además del camino asfaltado. que es el más incómodo, también fue bordeando peligrosos riachuelos y descubriendo las famosas señalizaciones del camino portugués.

Sus palabras confirman totalmente la experiencia mía vivida al hacer las 4 últimas etapas del camino francés este año:

– «Galicia es muy bonita y qué ricos están los pulpos, los pimientos y las mujeres 😉 y el vino y la cerveza y… la tarta de Santiago, claro.»

– «Poquito a poco. La llegada a Redondela, Iglesia de la Peregrina de Pontevedra, Repasando el plan de abordaje,… el cambio de turno de la guardia suiza jacobea… las cámaras de seguridad… ¡No podía fallar! ¡Si un electricista pudo llevarse el Códicex Calistino, yo que soy informático…! Maillot verde esperanza en Santiago. Fin del camino con pañolada a la gallega, para cubrir la testa.»

Por supuesto adoptó la camisela y se lanzó al reto.
Su sonrisa y sus palabras han formado parte de estos días en los que ha realizado el camino y, los momentos dedicados a este «changao» han sido muy emocionantes, cada vez que me enviaba una foto por Whatsapp, bien en el camino, en el descanso, en la parroquia o disfrutando del paisaje.

 

A la vuelta de Santiago, hemos tenido la suerte de poder encontrarnos de nuevo y intercambiar las vivencias del alma en el camino. La parte emocional me la ha soltado con todo su peso; me la ha devuelto con las palabras que el apóstol le trasladó en el momento del abrazo. Porque el santo también se vistió de verde esperanza con la camisELA.

-«Después de arropar a nuestro amigo, apoyé la cabeza con los ojos cerrados, y le oí decir: ¡Eres gilipollas chaval! ¡Que te hace pensar que aquí arriba no conocemos la ELA! Y después paz. Una profunda paz y lo que puedes leer en la camisELA dirigido a ti: ¡No tengas miedo! ¡Santiago!»

Pues aquí está la camisELA que ha realizado el camino y abrazado al Apóstol Santiago con mi presencia a 600 kilómetros de distancia. A partir de hoy ocupa un lugar importante no solo en mi corazón, sino en mi sala de estar, trabajar, soñar y disfrutar. Solo me sale ya una palabra, que la voy a poner en mayúsculas porque es muy grande: GRACIAS. Bueno, hay otras dos palabras que han venido a mí últimamente y que rubrican esta preciosa amistad: Siempre #adELAnte!!

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