No es la primera vez que me asalta esta pregunta: ¿qué como hoy?
La pregunta me sorprende cuando me levanto y camino hacia la cocina. A veces abro el frigorífico, o miro en la despensa, incluso a mediodía veo el programa de Karlos Arguiñano.
Pero no… se impone la realidad y recuerdo que todas mis comidas están elaboradas ya: para el desayuno, la comida, la merienda y la cena sin encender fogones, ni utilizar el microondas. Así que cierro todas las puertas anteriores y abro la del mueble que las tiene guardadas. Es aburrido que se sucedan los días sin utilizar ni un solo cubierto, sin criticar o felicitar al cocinero de turno, sin lavar los platos y los cubiertos y, sobre todo, sin abrir el botellín o la lata de cerveza que están ahí esperando, hasta que llega mi hijo Marcos y las liquida… ¡Ay!
La compra de los batidos, a veces la hago yo, a veces Rosa y ya se ha convertido en una rutina el pasar dos o tres veces a la semana por la farmacia a recoger un alimento que siempre es el mismo. No cambia nunca la marca, ni el menú, ni el tamaño, ni la cantidad de envases que he de traer. Cada caja pesa seis kilos, vamos con el carrito de la compra y, con ello tengo para alimentarme de forma estructurada, tres días. Los nutricionistas que lo prescriben aseguran que así estoy correctamente alimentado y al menos el peso corporal se mantiene estable.
Casualmente esta alimentación se fabrica en Extremadura, en Vegenat, una empresa que conozco hace muchos años, porque le impartimos formación en mi época de gerente de Afimec. Se nos olvidó “sugerirles” colocar tapones más sencillos y más manejables por los usuarios torpes como yo.
Acostumbrarse a esto no es fácil, pero es cuestión de supervivencia, y solo me queda asumirlo. Me peso y compruebo que el objetivo que perseguimos se logra: no perder más peso. Este es el lado positivo que me sostiene. Con la mano izquierda impido a la derecha acercarse a la nevera o la despensa a coger los alimentos no prescritos. Como digo siempre, seguimos #adELAnte con esta experiencia.
HOLA MARCO !
NOSOTROS TRAEMOS LA COMIDA UNA VEZ AL MES:
PERO YO ME ENCARGO DEL MENU DE LOS DEMÁS
LA COMPRA LAS RECETAS; NADA A CAMBIADO AUNQUE YO NO COMA
TRABAJO Y DISFRUTO CON LAS MANOS DE MI GENTE
ELLOS APRENDEN A COCINAR
EL OLOR DE LA COMIDA SE QUEDA EN EL TUBO DEL RESPIRADOR
MUY RICO !
BUSCA UNA RECETA EN INTERNET Y HAZLA PARA LOS DEMÁS
Eres todo un ejemplo, Araceli.
Me parece increíble que ahí en Madrid se pueda coger la comida en la farmacia una vez al mes en lugar de 10 veces como sucede aquí.
Sigo abonado a la cocina, mirando por la tele cómo se hacen las recetas y los platos, pero cada vez que me acerco a la cocina y están emitiendo humo los fogones hay dos partes, una que me gusta que es el olor y el recuerdo del alimento y otra que es el humo que me asfixia un poco y me cuesta respirar. Así, que prefiero verlo en la distancia, jeje.