Incidentes y hospitales

En la noche de ayer, primer lunes de febrero, casi a las doce, se salió la sonda PEG de su ubicación en el estómago, justo después de la cena y mi ingesta de medicamentos y líquidos. Por supuesto no estaba de mudanza esta vez, llevaba un día muy tranquilo. Como buen paciente que soy, y dado que ya conocía esta incidencia porque la sufrí el verano pasado, seguí las instrucciones de mi nutricionista e intenté insertar una sonda provisional para evitar el cierre del orificio. Me resultó imposible acceder hasta el estómago, me quedaba en la superficie y sangraba.

Mi mujer, sentía algo de miedo y optamos por ir a urgencias. Como no soy de discutir, nos subimos a un taxi y salimos volando hacia el Hospital Infanta Cristina (o el Universitario, no recuerdo, jeje…). Una vez allí, en la sala de atención, con tres profesionales a mi lado, el equipo de médicos de urgencias ni se acercó a estudiar la situación. Parecían estudiantes universitarios con miedo a equivocarse, decidieron avisar a un cirujano para que lo solucionara y éste estaba ocupado en quirófano. Transcurría el tiempo… y tras una hora en una sala de espera, rodeado de multitud de pacientes que llegaron antes que yo, comenzamos a valorar cambiar de centro hospitalario. En esa larga e incierta espera, nos acompañaron mi cuñado Diego y mi sobrino Alberto. Finalmente se acercaron Diego (el conductor de ambulancias mejor de Extremadura) y Rosa, a otro hospital, Clideba y allí, aunque con muchas dudas, optaron por estudiar nuestro caso. Vinieron a por nosotros, que seguíamos esperando, y nos cambiamos de hospital.

Una vez en la sala donde iban a realizar la intervención, con otros tres profesionales que escuchaban lo que yo decía con mis medios de comunicación, trataron de introducir la sonda (que, por cierto, llevaba yo por si acaso no tenían ninguna). Al principio falló también. Nuevamente mi cuerpo ejercía resistencia y no conseguían introducirla. Yo no sentía dolor, ni ansiedad, pero sí estaba nervioso e impaciente por resolver la situación lo antes posible. Antes de abandonar el intento, optamos por volver a introducir la sonda provisional con líquido graso para facilitar el movimiento y, afortunadamente logramos que entrase bien hasta dentro del estómago.

¿Y ahora qué hacemos? Se plantean dejar la sonda provisional hasta mañana y que un experto trate de sustituirla por la definitiva o volver a intentarlo nosotros. Obviamente, tuve que animar a todos a realizar el cambio en ese momento y así evitarnos más visitas al hospital. Todos se pusieron manos a la obra, yo reiterando que no sentía dolor, ellos utilizando toda la grasa posible para que la sonda llegara hasta el fondo. Tuvimos éxito y solventamos el incidente correctamente.

Algo sencillo y rápido, aún sin expertos en la materia, pero con personas que tienen voluntad de trabajar es suficiente para salvar una emergencia. Limpiaron bien la zona, siguiendo mis instrucciones y me puse de nuevo en pie para regresar a casa y tratar de descansar. No eran las tres de la mañana todavía.

Este percance, me ha hecho pensar mucho. La sanidad pública que sostenemos entre todos, no siempre está a la altura, a veces hace falta que los profesionales además de estudios universitarios, tengan disposición para atender a las personas que se encuentran y superar el miedo que les genera no estar especializado en cada una de las patologías que se puedan presentar.

Ya he experimentado ya dos cambios accidentados de la sonda PEG, en la Seguridad Social: uno en Cáceres y otro en Badajoz. El primero, falló porque se equivocaron y trataron de introducir la sonda en el ombligo y, el segundo, porque les daba miedo realizar una actuación que no fuera de su conocimiento. De ambos hemos salido adelante y seguiremos así. Solo me queda formar a mi mujer-cuidadora para que se atreva a cambiarla ella, mientras yo me relajo y no me quejo, aunque haya dolor. Por esto, la he animado a matricularse en el curso de la escuELA de la fundación Luzón para que aprenda a hacer esa labor más profesional y se sienta útil. Nos queda cariño, para seguir adELAnte, confianza y energía.

3 respuestas a «Incidentes y hospitales»

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