En su día, el 4 de octubre de 2004, Rosa y yo, nos animamos a adquirir un piso en Cáceres en la plaza Noruega, porque ganábamos algo de dinero trabajando duro y, según nos recomendaban, era mejor invertirlo en ladrillos que en ocio y tiempo libre.
Así lo hicimos, aunque, como no había suficiente para todo, tuvimos que hipotecar por cierta cantidad. Los bancos daban todo tipo de facilidades y los precios de los pisos estaban en alza. No solo fue la inversión, fue el préstamo y había que pagarlo. Así que montamos un negocio, en el que Rosa ya tenía experiencia; lo alquilamos a estudiantes. Aparentemente es sencillo, pero cuando se lo cuentas a Hacienda, tienes que llevar el control de todo: suministros, cuotas, seguros, arreglos y mantenimiento,… En nuestras cabezas, siempre rondaba que algún día, en la jubilación nos vendríamos a vivir a «Noruega» y, éste era un buen rincón, porque estaba muy bien ubicado en la ciudad de Cáceres, cerca de la vivienda de la infancia de Rosa, así que todo nos pareció ideal y pagábamos la hipoteca mes a mes con la ilusión puesta en ese futuro de los dos. Los inquilinos no siempre han sido como nos gustaría, limpios y ordenados, así que hemos tenido algún que otro enfrentamiento, pero no demasiado grave. Eran estudiantes y veían que con nosotros como propietarios tenían todo lo necesario y, cuando se estropeaba algo, de inmediato lo cambiábamos. El curso último, 2017-18, ha sido muy bueno el grupo. Hoy, se ha marchado el último: Andrés. No me refiero en estas líneas solo a los inquilinos que nos han ayudado a pagar la hipoteca y a tener esperanza de usarlo en la jubilación, también quería expresar lo que ha supuesto tras la llegada de la enfermedad de la ELA a nuestras vidas y, en concreto a la mía, este negocio familiar.
28/07/2018 – Amanece temprano, después de tener una noche con luna llena y doy gracias a Dios por ello.
23/08/2018 – Semana intensa, programada la firma, no es una firma sencilla, hacen falta muchas muñecas para dejar su «huella» y recoger su parte. La notaría nos ha tratado excepcionalmente, incluso hemos podido firmar, siendo temporada vacacional, por la tarde. Los compradores, aunque negociaron mucho a su favor el precio de compra se han portado muy bien con nosotros, de hecho, tras la firma tomamos unos refrescos en la plaza de España y, entregué las llaves a su hija que les acompañó a la firma. Han sido muchos años trabajando el piso, manteniendolo perfecto para los inquilinos, disfrutando de él en los períodos vacacionales cuando los estudiantes terminaban el curso, e incluso para celebraciones familiares en Cáceres para alojamiento de la familia. El año pasado, se convirtió en el depósito de los principales muebles de nuestra vida al vender nuestra vivienda habitual de Badajoz y, solo un año después hemos tenido que trasladar todo ese mobiliario, incluso donar a gente necesitada todo lo que sobraba. No puedo dejar de escribir estas líneas sin poner el nombre de Rosa en Mayúsculas por todo lo que ha supuesto, animarme a realizar la inversión inmobiliaria hace 14 años, poner a su familia como apoyo grande para las tareas inherentes a este jaleo de mudanzas y, sobre todo, lo más importante autorizarme, por culpa de mi enfermedad y mis errores como empresario a malvender el piso y atender obligaciones personales y profesionales de estos últimos años. Por todo ello, solo tengo palabras de agradecimiento hacia Rosita, a la que quiero muchísimo y, gracias a Dios celebraremos el próximo domingo día 26, que llevamos todo este siglo casados. Te quiero Rosa, seguimos #adELAnte!!.
Una respuesta a «Todo cambia – «Noruega» se vuelve a Europa»
Gracias Marco por esta lección de vida. En este momento mi vida ha parado un poco, y no se como te encontré por aquí. Tu fuerza y tu lucha, me tienen impresionada. Seguiré leyendo tu blog. Un abrazo. Pilu
Gracias Marco por esta lección de vida. En este momento mi vida ha parado un poco, y no se como te encontré por aquí. Tu fuerza y tu lucha, me tienen impresionada. Seguiré leyendo tu blog. Un abrazo. Pilu