17/2/21
Un día cualquiera de febrero, en medio de la cruel pandemia del coronavirus que estamos viviendo, de repente escucho la noticia de que nos ha dejado el amigo Paco Luzón. Él, además de haber sido un reputado profesional en el mundo de la banca, estuvo en los últimos años afectado por la dura enfermedad de la ELA, y ha liderado la creación de la fundación Francisco Luzon.
Como en su caso, también la ELA que yo sufro es “bulbar”. Desde los inicios perdimos la capacidad de hablar y a medida que la enfermedad evoluciona, llegamos a la inmovilidad total, por eso hoy tardo tanto escribiendo esto con los ojos. Aún así, ambos en todo momento hemos intentado aceptar lo que nos llega y seguir adelante.
A los pocos meses de mi diagnóstico me inscribí en Burgos en un encuentro de afectados por la ELA. Allí escuchando a otros enfermos y familiares, a investigadores, a profesionales de la salud, empezamos a aprender algo de esta enfermedad. Indudablemente lo peor de aquél encuentro fue tomar conciencia de que estamos muy lejos de encontrar la pastilla para la curación, pero lo mejor fue conocer a otros enfermos en situaciones más avanzadas de la enfermedad, que la mía por aquel entonces, pero con una energía super positiva que me transmitieron y me animó a participar en todo lo relacionado con la investigación y la visibilidad de la enfermedad.
En aquellos días de Burgos en el 2017, tuve el placer de conocer a “Paquito”, de encontrar en él a un referente y seguir su estela: él consiguió animarme a dar los primeros pasos para constituir una asociación en Extremadura, y me apunté a todas las iniciativas que de allí partieron, incluso ese verano nadé con el gran Jaime Caballero y en otro momento bailé un tango a iniciativa de su fundación (que por cierto, fue todo un éxito).
En todos estos años hemos mantenido contacto estrecho, por eso su muerte me duele, como si se hubiera ido un familiar cercano, se me saltan las lágrimas cada vez que veo una imagen suya o leo frases de condolencia.
Pero no quiero quedarme ahí, en el dolor, sino en su mensaje permanente de siempre adelante, eso que nos transmitía con una de sus canciones favoritas, cuando nos hablaba con música “No te rindas…” (Maná)
Un abrazo muy grande a toda su familia y al equipo de la fundación, se nos ha ido un compañero único y grande, pero todo lo que ha sembrado queda entre nosotros.